30/7/09

Historias que se asoman II




16/7/09

Alzando el vuelo


Una de las cosas que más disfruto es caminar.
Me encanta ir por las calles “andando” y si se puede fotografiando.
La mayoría de veces suelo hacerlo sola…pero esta vez, estabas tú…acompañándome.

Caminamos durante horas…pasamos de distrito en distrito sin darnos cuenta.
No había hecho ni una sola toma…no me importaba…disfrutaba de tu compañía.

Las historias y las sonrisas iluminaban el día gris…característico de Lima.
Detenían el tiempo, borraban los rastros del cansancio y del hambre.

Por momentos encontraba grandes tomas pero recordaba a Kim cuando decía que “hay unas fotos que fotografías y otras que las tienes en el corazón”…miraba la toma desde el ángulo elegido, cerraba los ojos y la guardaba en lo más profundo de mi corazón…

Caminamos durante horas y terminamos frente a una iglesia…las puertas estaban cerradas y las escaleras de piedra pusieron fin a aquella travesía…nos sentamos a observar el cielo…aún teníamos la esperanza de encontrar alguna nube rebelde que dibujara para nosotros…esperamos

“¡Mira! …es hora de volver a alzar el vuelo”.

9/7/09

Historias que se asoman


Nunca imaginé fotografiar ventanas. Elegí el tema de casualidad y poco a poco me fui involucrando más de lo que pensaba...
Los fines de semana se convertían en días para caminar sin rumbo y fotografiar...

Mientras las miraba y fotografiaba sentía una ausencia... la mayoría de ellas habían perdido su valor estético y casi todas estaban cerradas...ya no entraba luz, ya no se podía ver el exterior...

Las ventanas se habían convertido en un simple hueco en la pared.

Pasaba semanas viendo las fotos sin encontrar algún motivo, hasta que fotografié esta ventana y empecé a sentir que me convertía en público de historias ajenas, historias que se asomaban en cada una de ellas, aun estando cerradas...

Las ventanas se convertían en nexos entre la realidad externa e interna.

Si tuviera que ponerle un nombre a mi primera serie de fotos análogas les pondría: “Ventanas, historias que se asoman”.

2/7/09

Al final del muelle


El atardecer estaba llegando y la caminata por el muelle de Pacasmayo me hacía recordar los fines de semana de pesca en Chiclayo.

Aquellos días de verano, iniciaban con las súplicas de los viernes...tratar de convencer a "Tata" de que nos llevara era todo un reto...bloqueador de 100 y gorras parecían no ser suficientes.

Pese a todo pronóstico, los sábados a las 6:00am ya estábamos sentados, al final del muelle, uno al lado del otro con los pies descalzos y al aire y con nuestros hilos de pesca hundidos en la profundidad del mar.

Las largas horas de espera servían para ver el alba y escuchar incansablemente los cuentos de mi abuelo...Hoy quisiera volver a escucharlos.

¡Pesqué uno!...siempre era el grito de Pepe...En los meses de verano no recuerdo haber pescado ni un solo pez y sin embargo, como amaba esa salida!!!

Cada vez que esté al final de un muelle volverán las sonrisas, el brillo en los ojos y las caricias sinceras.