La primera experiencia de pago a la tierra que tuve fue el año pasado, en Sicuani, a 3550 msnm. Era viernes por la tarde y terminaba una semana de arduo trabajo, pero ni el cansancio pudo tanto, como para dejar mi curiosidad de lado. Había escuchado muchos comentarios sobre esta ofrenda a la “Pachamama” (madre tierra), que no regresaría a Lima sin haber sido testigo de ella.
Este ritual, a pesar del tiempo, ha perdurado en los pobladores de los Andes y es increíble la conexión que logras sentir con la tierra cuando le agradeces por sus frutos y le pides una buena cosecha para el próximo año.
Desde entonces, ya en Lima, he tratado de no perderme ninguna invitación a este ritual.
La foto es de un “Pago a la tierra”, hecho por madres provincianas, conmemorando el Día de la Mujer.
Todo un sueño multicolor.
Todo un sueño multicolor.

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