Están sentados sobre la arena, uno al costado del otro. Sus miradas se pierden en el horizonte.
Es el mismo lugar en el que hace un año se conocieron pero a diferencia de aquella vez, no dicen nada. El silencio combina perfectamente con el atardecer.
El asiento vacío es testigo mudo de la despedida y el sonido de las olas parece convertirse en sus voces. Él la mira y la abraza. Ambos suspiran como intentado decir algo pero ninguno se anima...¿por qué nos cuesta tanto decir adiós?
2 comentarios:
muy interesante y sutil tu blog. Creo que consigues transmitir lo que piensas y como eres... felicidades por tu trabajo y dedicación. Te seguiré si me lo permites... un saludo
José, gracias por tu comentario y por seguir mi blog... saludos y buenas vibras!!!
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