Desde lo alto del cerro “San Cristóbal” (Sicuani-Cusco) sólo quedaba mirarlo todo: un nevado increíble, el río Vilcanota abriéndose paso por la ciudad y perdiéndose con la distancia. Todo a mi alrededor era verde y sentía que estaba muy cerca del cielo, como si pudiera tocarlo…
Sentía que respiraba más que nunca, que vivía más que nunca…
Algo que llamó mucho mi atención fue la cantidad de piedras agrupadas que había en lo alto de este cerro, algunas tenían formas de casas o animales, pero, en la gran mayoría, adoptaban la forma de una torre, con piedras puestas unas sobre otras.
Éstas, según me contaron, reciben el nombre de Apachetas y hoy en día representan los anhelos y sueños de muchas personas que suben hasta lo más alto de estas montañas para construir sus sueños en un rinconcito más cerca del cielo.
Sentía que respiraba más que nunca, que vivía más que nunca…
Algo que llamó mucho mi atención fue la cantidad de piedras agrupadas que había en lo alto de este cerro, algunas tenían formas de casas o animales, pero, en la gran mayoría, adoptaban la forma de una torre, con piedras puestas unas sobre otras.
Éstas, según me contaron, reciben el nombre de Apachetas y hoy en día representan los anhelos y sueños de muchas personas que suben hasta lo más alto de estas montañas para construir sus sueños en un rinconcito más cerca del cielo.
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